Esta es una historia de alguien muy importante en mi vida.
Aquella mujer que me vio crecer, que me apoyo en los momentos más difíciles; aún cuando ni yo confiaba en mi, ella estuvo a lado de mi dándome todo su tiempo.
Eres mamá de 6 hijos a los cuales les has dado todo tu amor, tiempo y cariño pero eres tan espectacular que muchos te consideran como su madre.
Desde que estaba en tu pancita me cuidaste, me contabas historias, me amabas, me protegías y en todo momento diste lo mejor de ti, mamá, mamita, mataji ,hermosa, Doctora, Marieli, son tantos nombre que te identifican pero ninguno llena todo lo que siento por ti.
Llamarte mataji te queda corto, decirte mamita te queda pequeño y llamarte Marieli no me cuadra y es que mirarte mamá es como mirar un Alma espiritual pura.
Tantas veces que te has sacrificado por mi, desde que nací pusiste tu amor, esfuerzo y cariño en esta alma espiritual. Hoy quiero darte las gracias mamá. Y yo sé que me dirás: “Hari esa es mi responsabilidad, te traje al mundo para amarte y cuidarte, no para que me des las gracias”. Pero cómo no darte las gracias, eres tan humilde que no te das cuenta todo lo que hiciste por mí y todos mis hermanos.
Pero ni ahora puedo visualizar todo lo que sacrificaste por mí, todo el tiempo, paciencia y apoyo que me diste todo lo que estuviste dispuesta a abandonar para poderme ver lograr mis sueños.
Es increíble todo lo que una madre puede dar por sus hijos y cómo muchas veces yo he sido tan desagradecido.
Tantas veces que me limpiaste mi plato, lavaste mi ropa, tendiste mis calzones y ni siquiera te ayude o te dije gracias mamá.
Tú eres la mejor mamá del mundo, me enseñaste a comer, a usar el tenedor, a agarrar la cuchara. Me leías más de 1,000 veces mi cuento favorito, me hiciste de desayunar más de 6,000 veces, me enseñaste a amarrar mis zapatos y a limpiarme los mocos.
Me enseñaste a ser un león pero sobre todo me dijiste como rugir y cuando rugir. Me enseñaste que el amor es una decisión, un pacto en el cual, siempre debe haber comunicación.
Me enseñaste a amar a mis enemigos y que no hay pretextos en la vida. Me enseñaste a acrecentar mi vida espiritual antes de agrandar mi cartera.
Me enseñaste gratitud, honor, fidelidad, humildad, sabiduría, me enseñaste a llegar puntual y a aceptar mis errores, me enseñaste a servir, me enseñaste a dar y aprender a recibir.
Me enseñaste que importa más la pasión y la disciplina que los talentos. Me acompañaste a cada competencia, me apoyaste en cada deporte que practiqué. ¡Qué no me has enseñado por Dios! Eres la personificación de la sabiduría y humildad pero sobre todo del amor. Te amo mamá.
Escrito por Hari Presta Das AHP
“INSPIRADO EN POEMA DE DANIEL HABIF”
Que hermoso pensamiento para mamá, orgulloso hijo, pero más orgullosa mamá de su hijo. Felicidades a los dos, un fuerte abrazo.
Gracias, los mejores deseos