
Lola era una chica vata por excelencia: delgada, ágil, creativa y comunicativa. Le encantaba viajar, aprender cosas nuevas y hacer amigos por todas partes. Sin embargo, también era muy inestable, nerviosa e irregular en sus hábitos. A veces se olvidaba de comer o dormir porque estaba demasiado ocupada con sus proyectos o planes. Otras veces se sentía ansiosa, triste o confundida sin saber por qué.
Un día conoció a Ramón, un chico pitta que le enseñó los principios del ayurveda y le explicó que su dosha vata necesitaba equilibrarse con una dieta adecuada, una rutina diaria y unas prácticas de yoga y meditación que le ayudaran a calmar su mente y su cuerpo. Lola se resistió al principio, pensando que eso era aburrido y limitante para su espíritu libre. Pero Ramón le mostró que podía seguir siendo creativa y divertida sin perder el equilibrio ni la salud.
Poco a poco Lola fue adoptando los consejos de Ramón y notó cómo su energía vital (prana) fluía mejor por su organismo. Se sintió más feliz, más tranquila y más conectada consigo misma y con los demás. Descubrió que el equilibrio no era sinónimo de monotonía sino de armonía. Y se enamoró de Ramón, quien le dio el mejor regalo que podía darle a una chica vata: un abrazo cálido y sincero.
¿Te identificas?
¿Qué reflexiones te llevas?
Krishna Das
Que estes siempre saludable